viernes, 7 de junio de 2013

Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando, su boca que era mía ya no me besa más. Se apagaron los ecos de su reír sonoro y es cruel este silencio que me hace tanto mal... Fue mía la piadosa dulzura de sus manos, que dieron  a mi pecho, caricias de bondad, y ahora que lo evoco hundida en mi quebranto, las lágrimas trenzadas se niegan a brotar, y no tengo el consuelo de poder llorar...